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EL DEPORTE EL ARTE ECUESTRE Y LA EXHIBICION

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EL DEPORTE EL ARTE ECUESTRE Y LA EXHIBICION

EL DEPORTE EL ARTE ECUESTRE Y LA EXHIBICION

03.06.2006

El deporte puede ser privado, como el acto de rezar, que es ejercido por el indi-viduo, por si solo e incluso dentro de una habitation cerrada, o publico, es de-cir, desarrollado en los campos de juego. Puede ser, asimismo, colectivo, como las oraciones que se realizan colectivamente en los templos. El primer tipo de deporte interesa solo al individuo. El segundo, en cambio, interesa a todo el pueblo, que lo puede practicar directamente, es de-cir, sin que nadie lo haga en su representation. En este sentido, al igual que re-sulta poco razonable que las masas acu-dan a los templos para presenciar a una persona o un grupo de personas durante la oracion, sin participar ellas mismas en esta oracion, resulta igualmente poco razonable que las masas entren en los campos de juego para observar como juegan uno o varios jugadores sin practicar ellas mismas ese mismo deporte.


El deporte es como la oracion, como el acto de comer, como la calefaccion o la refrigeration. Resultaria estupido que las masas entraran a un restaurants para contemplar a una o varias personas comiendo, al igual que lo seria que la gente dejara a una o varias personas dis-frutar de la calefaccion o de la refrigera-cion, en representation de sus propios cuerpos. No resultaria razonable que la sociedad permitiese a un individuo o equipo que monopolice el deporte sin la participacion de la misma sociedad, mientras que esta soporta los gastos de tal monopolio en favor de un individuo o un equipo. Exactamente igual que demo-craticamente no puede el pueblo permi-tir que un individuo o un grupo, sea par-tido, clase, comunidad, tribu o Consejo, decida por el su propio destino, sustitu-yendolo, y experimente, tambien por el, sus propias necesidades.



El deporte privado no interesa sino a aquel que lo practica, por su cuenta y bajo su propia responsabilidad. En cam-bio, el deporte publico constituye una necesidad publica para la gente, que ese supuesto representante no puede satisfa-cer, mediante un traslado del beneficio fisico o espiritual obtenido por el, a otros terceros. Democraticamente, un individuo o un equipo no pueden monopolizar el deporte, el poder,-la riqueza o las ar-mas, sin la participacion de los demas.



Los clubs deportivos que constituyen la base del deporte clasico en el mundo, hoy por hoy, se aduenan de todos los gastos y posibilidades publicas relacio-nados con las actividades deportivas en cada Estado. Esas empresas no son mas que instrumentos de monopolio social, al igual que todos los instrumentos politi-cos dictatoriales que monopolizan el po-der sin la participation de las masas, asi como los instrumentos economicos que monopolizan la riqueza de la sociedad, y los intrumentos militares tradicionales que monopolizan las armas de la sociedad. Al igual, pues, que la era de las masas destruye los instrumentos de la ri-queza, del poder y de las armas, debe eliminar los instrumentos del monopolio de actividades sociales tales como el deporte, el arte ecuestre y otros. A las masas que forman filas para apoyar a un candidate que les represente en la determination de su destino, y aun admi-tiendo el inverosimil supuesto de que tal candidate les representara y defendera su dignidad, no les cabe sino observar como una persona esta Uevando a cabo una action que habria sido natural que realizaran ellas mismas.



Es como las masas que no practican el deporte por si mismas y para si mismas, como consecuencia de su incapacidad para hacerlo por su ignorancia y debido al engario por parte de los instrumentos de monopolio que actuan para distraer-las, y drogarlas, para que practiquen la risa y los aplausos en lugar del deporte que esos instrumentos monopolizan. Al igual que el poder debe ser de las masas, el deporte debe serlo tambien. Y al igual que la riqueza es propiedad de las masas, asi debe serlo el deporte. Y tambien cotno las armas son de las masas, asi igualmente, debe serlo el deporte en su calidad de actividad social colectiva.



El deporte publico corresponde a to-das las masas. Es un derecho para todo el pueblo por todas la ventajas y virtudes de salud que implica, de modo que re-sulta estupido dejarlo en manos de indi-viduos y grupos determinados que lo monopolizan cosechando los frutos sani-tarios y morales de forma unilateral, mientras que las masas ofrecen todas la facilidades y posibilidades, y pagan to-dos los gastos para que el deporte publico sea realidad. Los miles de especta-dores que llenan las gradas para ver, aplaudir y reir, no son mas que miles de estupidos, incapaces de practicar por si mismos el deporte, al extremo de ir a co-locarse en esas gradas de los campos de juego para ejercer la pereza y aplaudir a

aquellos campeones que les arrancaron la iniciativa, se aduenaron del campo, monopolizaron el deporte y pusieron a su servicio todas las posibilidades que las masas pagan. De hecho, las gradas de los campos de juego publicos fueron preparadas para impedir que las masas lleguen a los campos deportivos. Estaran vacios y tendran que desaparecer el dia en que las masas marchen sobre ellos y practiquen colectivamente el deporte de los campos de juego, el dia que tomen conciencia de que el deporte es una acti-vidad publica que hay que ejercer, no contemplar. Lo contrario podria ser mas razonable, es decir, que una minoria in-capacitada o apatica fuera la que con-templara a las que practicaran el des-porte.



Las gradas de los campos de juego de-sapareceran cuando ya no haya quien se siente en ellas. La gente incapaz de de-sempenar el papel de protagonista en la vida, aquella que ignora los aconteci-mientos de la historia, aquellos incapa-ces que no pueden imaginar el futuro, aquella gente que no es seria en su pro-pia vida, es precisamente aquella gente superficial que llena las butacas de los teatros y salas de exhibicion para obser-var los acontecimientos de la vida, aprender como se dasarrolla esta, al igual que los estudiantes que Henan los pupitres de los colegios porque aun ne-cesitan aprender, y porque en principio son analfabetos.



Aquellos que realizan la vida por si mismos no experimentan la necesidad de observar cdmo funciona la vida, a tra-ves de la actuation de unos actores en un escenario o en una sala de proyeccio-nes. Igualmente los jinetes que montan sus caballos, no necesitan de una tribuna en el hipodromo. Si cada uno tuviera un caballo, no habria espectadores que con-templaran y aplaudieran la carrera. Los espectadores son aquellos incapaces de practicar esa actividad porque no son jinetes.



Asi, vemos cdmo los pueblos beduinos no se interesan por el teatro ni por las exhibiciones, porque son pueblos traba-jadores y extremadamente serios en sus vidas. Ellos viven la vida y, por tanto, se burlan de la actuation de los demas. Las colectividades beduinas no van, tam-poco, a observar como juegan los juga-dores, sino que celebran las fiestas o los juegos, colectivamente, porque sienten una necesidad espontanea de ejercerlas y simplemente lo hacen.


En cuanto al boxeo y la lucha en sus diversas modalidades, son la prueba de que la Humanidad no ha logrado aun desprenderse del todo de las conductas salvajes. Pero estas acabaran por desa-parecer necesariamente cuando el ser humano suba mas escalones en la esca-lera de la civilizacidn. El duelo a pisto-las y, antes, las ofrendas humanas, eran conductas habituates durante una de las etapas de desarrollo de la Humanidad. No obstante, tales actos de salvajismo acabaron hace cientos de anos. Ahora el Hombre se rie de si mismo y se lamenta de que hubiera existido. Otro tanto suce-dera con el boxeo y la lucha en todas sus modalidades dentro de decenas o cente-nares de anos. Sin embargo, las personas civilizadas son mayoria, y aquellos que disfrutan de una superioridad mental son precisamente aquellos que son capa-ces ahora de evitar el ejercicio y el fo-mento de tales conductas salvajes.

 

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